recorrido visual

Un instante al movimiento, una instantánea a la emoción.

Me detengo y presto atención. Observo y disparo cada imagen encontrada en el camino. Mis pupilas se centran en lo que la retina ya retuvo sin el consentimiento de la memoria. Recuerdo la facultad y no aparecen fotografias, solo gente y sensaciones. Y sin embargo, están.

Este es un ejercicio de ver lo que no he visto o al menos de tomar consciencia de ello. Cientos de fotografías tienen su residencia en la facultad y posiblemente también en mi ánimo. Intento buscar detalles con la esperanza de encontrar explicación en lo que no se ve... ni se comprende.

Estamos en la era de la información y la facultad la siento espacio cerrado y obesa de datos que gritan principios. Los mismos que intentan salir desde su propia estructura vertical. Sabiendo que dentro es fuera, tomo parte conectando pedazos para componer un todo.  Así visualizo mi entorno haciendo hincapie en lo efímero, porque sé que toda información altera el ego, hasta lo inadvertido . Eso que pasa por los lados, sin ser protagonista pero estando y por lo tanto siendo.













Me detengo y visualizo el recorrido de un día: de una clase a otra, al baño, un pitillo... Actos sin importancia que registran connotaciones estéticas emocionalmente apreciadas y retenidas. Quedan pues estáticas al tiempo y cobran sentido solo con la secuencia y el solapamiento, con el movimiento. Energía de un cuerpo motor cegado de información.